Todos nos hemos encontrado ante situaciones de esas que ponen a prueba nuestra resistencia, nuestra fe en la vida. No desesperes, nos ha pasado a todos alguna vez. Y, es que, es sencillo navegar por la vida cuando las cosas van bien, cuando la corriente fluye a nuestro favor. Sin embargo, de un momento a otro, podemos perder el rumbo y encontrarnos ante el abismo más profundo y aterrador.

DE LA RUTINA AL DESPERTAR

El ser humano, además de ser un animal de costumbres, tiene la maravillosa capacidad de adaptarse fácilmente al medio que le rodea. No importa si la realidad a la que hemos de enfrentarnos es mejor o peor, la vida siempre encuentra su camino. Al igual que una flor siempre encuentra la más diminuta grieta donde crecer entre los muros de hormigón, las personas también encontramos la manera de adaptarnos a lo que nos llega. Y, de esta forma, hasta las circunstancias aparentemente más adversas acaban convirtiéndose en rutina, en lo “normal”, en lo de siempre. Tanto, que nos acostumbramos a que nuestra vida no brille con luz propia. Nos conformamos con que el día a día pase sin novedades, sin grandes dificultades. Y, así, ya podemos darnos por satisfechos. 

Pero, la vida es más inteligente que todo esto. El universo quiere que aprendas, que evoluciones y, para ello, no duda en ponerte delante obstáculos que deberás vencer para pasar al “siguiente nivel”. Como si de un videojuego se tratase, de repente, y cuando menos te lo esperas, la vida te pone a prueba. Y lo hace de muchas y muy variadas formas. A veces, es a través de pequeños retos como pueden ser un despido laboral, el abandono o el desamor. En otros casos, puede tratarse de retos más intensos, como en el caso de una enfermedad o incluso de la muerte, que tantas veces llega de imprevisto y arrasando todo a su paso.

No obstante, hemos de tener claro que ningún suceso es mejor o peor que el otro, ni siquiera más o menos importante. La realidad es neutra y la forma en la que experimentamos aquello que nos sucede, depende siempre de nuestra percepción individual. Por eso, te animamos a que tomes consciencia de tus pensamientos y tus reacciones ante determinadas situaciones de la vida. Éste será tu primer paso hacia el despertar.

 

LA VIDA ES UNA CARRERA DE FONDO. ACEPTA LO QUE VENGA.

La vida es una carrera de fondo, un camino que recorrer con calma y presencia. Y, desde luego, sin prisas. La vida tiene sus propios tiempos y justamente éste es el mayor de los retos al que hemos de hacer frente en el transcurso de nuestra existencia. Cuando empezamos a ver más allá de los hechos en sí mismos y ponemos el foco en el aprendizaje que encierra cada situación y cada imprevisto que se nos presenta, entonces comprendemos que no se trata de mala suerte, sino de lecciones de vida que nos corresponde aprender.

Sin embargo, hacer frente al dolor y al sufrimiento no es tarea fácil. De eso estamos seguros. De hecho, no importa en qué punto estés de tu desarrollo espiritual, el sufrimiento es universal y tiene la capacidad de afectarnos a todos por igual. Tan solo dependerá de cada uno de nosotros y de nuestro nivel de entrenamiento en la aceptación. Recuerda que aceptar significa integrar sin juzgar, abrir los brazos de par en par a personas y/o situaciones que hasta ahora hemos considerado negativas o no deseadas. Ver más allá y no dejarnos llevar por nuestros prejuicios morales. Todo sucede por algo y, hasta la situación más dolorosa y dramática, llega a nosotros con el objetivo de hacernos más fuertes y entender que la vida es frágil, efímera y, por eso mismo, valiosísima.

La aceptación es la clave para mantener nuestro equilibrio interior.

¿CÓMO PASAR DEL BLOQUEO A LA ACEPTACIÓN?

Una de las reacciones más frecuentes que experimentamos cuando nos encontramos con uno de esos obstáculos que nos pone la vida y que creemos insalvables, es el bloqueo. Se trata de una sensación de vacío que inunda todo nuestro ser y que nos impide tomar decisiones y pasar del pensamiento a la acción. Puede afectarnos, no solo a nivel psicológico, sino también a nivel físico. Estaríamos, entonces, ante la somatización de una dolencia emocional en una respuesta física patológica como puede ser el dolor de barriga, la parálisis del cuerpo o de alguna de sus partes (por ejemplo, las extremidades). Ésta es una situación más común de lo que pensamos ya que nadie nos ha enseñado a gestionar emociones como el miedo, la rabia o la incertidumbre.

Desde este espacio de amor y claridad, queremos acompañarte en tu proceso evolutivo individual. No obstante, es importante tener presente que las fórmulas mágicas no existen y que este tipo de cambios llevan tiempo. Para romper el círculo vicioso de emociones reactivas al que estamos tan acostumbrados, te proponemos que incorpores a tu vida el siguiente ejercicio de toma de consciencia. Es algo muy sencillo y seguro que, en poco tiempo, te saldrá de forma natural.

 

EJERCICIO PARA LA TOMA DE CONSCIENCIA 

Cuando la vida te ponga ante un reto, una decisión difícil o un suceso inesperado, trata de no reaccionar desde el miedo o la rabia. Mantén la calma. Cierra los ojos y respira profundamente durante el tiempo que necesites para desapegarte emocionalmente de dicha situación. Deja que los pensamientos y las emociones fluyan dentro de ti, pero no los retengas ni los hagas tuyos. Tan solo déjalos pasar, como nubes que atraviesan el cielo muy muy despacio. Cuando te sientas en un estado de profunda calma (recuerda que esto te puede llevar unos minutos o unos días, no importa, permítete el tiempo y el espacio que necesites), hazte las siguientes preguntas en relación a la situación a la que te enfrentas:

  1. ¿Qué es lo que ha sucedido (objetivamente)?
  2. ¿Cómo afecta a mi vida esta nueva situación?
  3. ¿Puedo hacer algo para cambiar las cosas (si es eso lo que realmente deseas)?
  4. ¿Qué aprendizaje puedo extraer de esta experiencia?
  5. Nombra 3 lecturas positivas de lo que ha pasado.
  6. Nombra 3 lecturas negativas seguidas de ideas sobre cómo paliar sus efectos negativos y/o superarlas.

Y, a continuación, respira. No te olvides de respirar. Profundamente y pausadamente. La calma es la mejor consejera en momentos de tensión, de miedo y de desconcierto. Aférrate a ella y mantén siempre la confianza en la vida, porque ella sabe mejor que nadie qué es lo que necesitas en cada momento. Confía en tí y confía en la vida.

Recuerda, además, compartir este artículo con todas aquellas personas que podrían beneficiarse de esta comunidad de personas conscientes y abiertas a las maravillosas enseñanzas que nos regala Libertad Cuántica. ¡Gracias por estar al otro lado, y feliz viaje hacia dentro!

Sami Osorio de Libertad Cuántica